El pueblo de Israel: hacia la tierra prometida
Instalación en Palestina El clan abandona la ciudad de Ur en el s. XIX a.C. Camina primero hacia el Norte, a lo largo del Eufrates, y luego, dirigido por Abraham, llega a Siria y a Palestina. Durante este viaje tiene Abraham la revelación de lo que será la base de la experiencia espiritual de los hebreos, la del Dios único, cuyo mensaje anuncia el papel profético de la tribu de Israel: «Vete de tu tierra hacia la tierra que te mostraré.» Esta tierra es Palestina, cuyas montañas recorren los hebreos buscando la amistad de los pueblos pastores. Se establecen en torno a pozos que supieron perforar. Su prosperidad material, fuente de relaciones pacíficas y fecundas con las poblaciones locales de quienes toman la lengua, el hebreo, y con los reinos próximos, no les aleja de su aventura espiritual. Con Abraham primero y luego con Isaac y Jacob, prosiguen una búsqueda metafísica en la que los patriarcas actúan de guías y cuyo centro oculto es el Dios único. A la visión pesimista del politeísmo babilónico, atormentado por la muerte y la fatalidad, oponen los patriarcas la visión de un mundo en el que el Creador ha hecho una alianza con los hombres y en la que se anuncia la realización de una promesa divina.
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