El siglo XVIII y el arte cortesano
La melancolía de las fiestas galantes Ya las pinturas italiana y nórdica gustaban de colocar a los personajes en un escenario natural para un «concierto campestre» o un retrato colectivo al aire libre. Pero fue necesario esperar a Watteau para que dicho género alcanzara un soplo poético y una profunda originalidad. Fascinado por una naturaleza llena de lagos, surtidores y estatuas animadas, se complace en reunir bajo el ligero follaje grupos de caballeros y damas de suntuosos atavíos, inspirados al mismo tiempo en la moda de la época y en el teatro francés o italiano. De ahí que su obra, siguiendo un rasgo característico del s. XVIII, ponga en escena las relaciones ambiguas entre el teatro y la vida. Se reveló sobre todo como un magnífico colorista, capaz de traducir el brillo de los tejidos o la atmósfera vaporosa de la larde, con ayuda de sutiles va-riaciones cromáticas.
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