La fundación de Roma
Rómulo y Remo Descendientes de Eneas, hijos del dios Marte, y de la vestal Rea Silvia, los gemelos Rómulo y Remo son condenados por su tío Amulio, rey de Alba, a ser arrojados a las aguas del Tiber. Pero son salvados milagrosamente por una loba que los amamanta, y por una pareja de pastores que los educa. Una vez adultos, reinstalan sobre el trono de Alba a su abuelo, quien, en prueba de agradecimiento, les entrega la colina del Palatino. Los dos hermanos se dirigen a ella y consultan los auspicios. Designado rey por el destino, Rómulo traza con el arado un surco que marca el emplazamiento de un futuro recinto. Así se funda Roma. El episodio del asesinato de Remo, que había franqueado dicho surco, viene a afirmar el carácter inviolable de la ciudad. Todo esto ocurre en el año 753 antes de nuestra Era.
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