La publicidad cuestionada
Una fuerza al servicio de la economía Sin duda, la publicidad cuesta dinero; hasta el punto de que en los países occidentales se factura por este concepto de un 1 a un 2 por 100 del producto nacional bruto. Digamos también que en España esta facturación fue en 1982 de unos 180.000 millones de pesetas. Como contrapartida, permite globalmente una adaptanión más rápida de la demanda a la oferta y viceversa. En una economía de mercado, constituye uno de los principales mecanismos reguladores. Sin una publicidad competitiva, la economía tendría que soportar unos costes a menudo más elevados, a causa de una mala adecuación entre la oferta y la demanda. En el ámbito de las empresas, la sospecha frente a la publicidad en general proviene del hecho de que sus efectos son difíciles de medir en términos de ventas. Dado que la publicidad no constituye el único parámetro que obra sobre las ventas, su acción se desarrolla en un período prolongado.
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