Las armas: la creación al servicio de la destrucción
¿Cuáles eran los ingenios de asedio? Los griegos no inventaron todas las máquinas de asedio. Algunas, como el ariete o la torre de asalto rodante, eran conocidas en tiempos mucho más antiguos, y fundamentalmente por los asirios. Pero fue en Grecia donde se mejoraron los ingenios ya existentes, al tiempo que se ideaba toda una panoplia de armas arrojadizas. En el s. IV a. C. se realizaron considerables progresos en la corte de Dionisio I el Viejo, tirano de Siracusa, que animaba todo tipo de descubrimientos militares para poder mantener su resistencia frente a Cartago. Las catapultas se habrían utilizado por primera vez en el sitio de la ciudad de Motyé, en primer lugar para rechazar a una flota de socorro, y, a continuación, para alejar a los defensores de las murallas. Estas fueron derribadas acto seguido mediante arietes con cabeza de hierro, al tiempo que torres de madera de seis pisos, montadas sobre ruedas y provistas de puentes levadizos, se apoyaban sobre la parte alta de los lienzos de fortificación. Bajo Alejandro Magno, las torres rodantes alcanzaron dimensiones gigantescas: las más altas, que llegaban a tener hasta 20 pisos, alcanzaban una altura de cerca de 60 m, y medían más de 10 m de costado.
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