Las aventuras de Tom Sawyer: XXVIII
Tom y Huck se aprestaron aquella noche para la empresa. Rondaron por las cercanías de la posada, hasta después de las nueve, vigilando uno el callejón a distancia y el otro la puerta de la posada. Nadie penetró en el callejón ni salió por allí; nadie que, se pareciese al español traspasó la puerta. La noche parecía serena; así es que Tom se fue a su casa después de convenir que si llegaba a ponerse muy oscuro, Huck iría a buscarle y maullaría y entonces él se escaparía para que probasen las llaves. Pero la noche continuó clara y Huck abandonó la guardia y se fue a acostar en un barril de azúcar, vacío, a eso de las doce. No tuvieron el martes mejor suerte, y el miércoles tampoco. Pero la noche del jueves se mostró más propicia. Tom se evadió en el momento oportuno con una maltrecha linterna de hojalata, de su tía, y una toalla para envolverla. Ocultó la linterna en el barril de azúcar de Huck y montaron la guardia. Una hora antes de media noche se cerró la...
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