¿Sobrevivirá la humanidad a la guerra atómica?
La nueva era atómica El caso es que la energía atómica no ha dejado de ser incorporada a los arsenales militares de las dos superpotencias en siglo pasado. Tras haberse repartido el mundo, Estados Unidos y la extinta Unión Soviética se lanzaron a una carrera desenfrenada de implicaciones planetarias. El equilibrio del terror nació amparado en una palabra clave: la disuasión. Los ciudadanos, encerrados en las ciudades de seguridad y protegidos por la famosa sombrilla nuclear, no tenían opción de manifestarse. Habían de admitir una paradoja: se construyen bombas para no utilizarlas. Temblaban con sólo imaginarse a un «doctor Insólito» apretando de buenas a primeras el botón rojo y desencadenando el infierno nuclear. Después, el club del átomo ha entreabierto sus puertas. Francia, Gran Bretaña, India y China han venido a sentarse en el macabro banquete de las potencias nucleares para aplicar el mandamiento del apocalipsis. A ellas se sumarían otras naciones que cedieran a la tentación prometeica. Al paso de los años, la amenaza del apocalipsis nuclear se ha concretado cada vez más. Las cifras son aterradoras: las grandes potencias poseen suficientes megatones nucleares como para destruir más de viente veces el planeta. A finales del siglo veinte existen más de 50.000 armas nucleares, lo que significa unas 3 toneladas de TNT por cada habitante del globo.
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