Capítulo VI. El laboratorio de taxidermia
Técnicas modernas El considerable desarrollo de la ciencia en el país a lo largo de los primeros decenios del siglo XX, durante el periodo conocido como la Edad de Plata de la cultura española (López-Ocón, 2003, 344-378), trajo parejo el florecimiento de todo un conjunto de oficios subsidiarios de la investigación, de una serie de «artes e industrias auxiliares», como las denominó Cabrera (Cabrera, 1915), al servicio del progreso científico y de la divulgación de los resultados. En el Museo, que por entonces dejó de ser «para bien suyo y de la ciencia española, mero gabinete de la Facultad» (Cabrera, 1915), uno de esos oficios fue el de taxidermista a la moderna, una ocupación que contó con un laboratorio propio en el que se trabajó con profusión. Desde allí, dos personas sensibles y diestras pusieron su saber hacer al servicio de la renovación de la veterana institución. Cada uno de ellos se especializó en un grupo de vertebrados y, en consecuencia, cada uno destacó en el dominio de una técnica particular, adaptada a la naturalización de los ejemplares de su elección: las aves para José María y los mamíferos para Luis.
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