Poder ejecutivo, ejército provincial y vínculos regionales
Comandantes y milicias Los comandantes locales constituyeron piezas centrales en la organización de las provincias, luego de la década revolucionaria. Además de los jueces de paz, ampliamente estudiados para el caso bonaerense, los comandantes se erigieron en una pieza esencial de la configuración republicana y militar provincial. Los mismos tenían a su cargo el enrolamiento, podían capturar desertores, levantar inventarios, ejecutar confiscaciones de bienes, confeccionar información sumaria, emitir pasaportes y ejecutar penas dispuestas por los jueces o por ellos mismos. En Tucumán, todas estas atribuciones —a las que se sumó su participación en las mesas electorales— no estaban previstas por un reglamento sino que provenían de decretos del gobernador. Muchos de estos jefes militares estrecharon fuertes vínculos con el mandatario de turno, mediante la configuración de una amplia y consolidada red vincular y de un sistema de reciprocidades políticas y económicas que los erigió en la mano derecha del gobernador. Algunos —como en la provincia de Corrientes— gozaron de gran autonomía en las localidades bajo su control y compitieron o debilitaron la propia figura del gobernador. Unos pocos llegaron a ocupar cargos de Gobierno, incluso la primera magistratura como en Entre Ríos o Tucumán. Sin embargo, la mayoría de los comandantes mantuvo su estatus de agente intermedio, posición clave en la configuración del orden provincial. Si examinamos el perfil social de estos actores, se refuerza la hipótesis de la participación de sectores medios y bajos en el convulsionado mundo de la política provincial de las primeras décadas del siglo xix. Al no tratarse de funciones rentables —al menos en lo económico, aunque probablemente sí en lo que al manejo de los resortes del poder se refiere— se infiere que los comandantes asentaban su subsistencia en otras actividades.[23] El análisis desagregado del perfil socio-económico de los comandantes arroja una clara diferenciación en la extracción social y en la posición económica que ocuparon estos y otros actores intermedios como los jueces locales. Los representantes de la justicia provenían del segmento medio-alto de las sociedades locales, respaldados económicamente por un patrimonio asentado en bienes raíces, ganado y actividades comerciales. Los comandantes, en cambio, eran —en términos generales— pequeños y medianos labradores y criadores que, en su mayoría, asentaban sus escasas riquezas en la posesión de ganado y se ubicaban entre los segmentos medios de las poblaciones de los departamentos sobre los cuales ejercían su función militar. La participación en la milicia reformuló la situación social de varios de ellos pero, ante todo, los reposicionó políticamente.[24]
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