A fuego lento: 32
A fuego lento de Emilio Bobadilla Capítulo II El día amaneció moralmente borrascoso, más borrascoso que de costumbre. Baranda, después de desayunarse, se preparaba a salir para ver a sus enfermos, cuando Alicia entró en el consultorio, simulando buscar algo. El doctor se la quedó mirando con cierta sorpresa. -¿Qué me miras? -le preguntó con marcada hostilidad. El médico, sin contestar, continuó mirándola con fijeza. -Ya sé que intentas dejarme plantada -agregó Alicia con tono agresivo-. Claro, quieres eliminarme para poder entregarte libremente a la otra. El doctor no respondió palabra. -¿Para eso me seduciste? -Sedujiste, sedujiste. -Bueno, sedujiste o seduciste. Da lo mismo. A mí nadie me ha enseñado nada. Yo pude casarme muy bien en mi país. ¡Cuán otra hubiera sido mi situación! -Sí, andarías en chancletas, comida de piojos... -contestó Baranda. -¿Conque en chancletas, eh? ¿Conque comida de piojos, eh? -replicó Alicia poniéndose en jarras y...
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