Aita Tettauen: 34
Aita Tettauen de Benito Pérez Galdós Cuarta parte - Capítulo IV Camino de su prestada vivienda, Juan pasó por España... España invadía las calles, pasadizos y rinconadas de Tetuán, gozosa, entusiasta, decidora, con todo su vigor de espíritu y toda la sal de su lenguaje. ¿Quién se acordaba ya de las fatigas, de las hambres, de la muerte de compañeros mil, de las penalidades de todos? Gustaban los soldados la victoria como un manjar celestial que asemejándoles a los dioses les revestía de la más pura dignidad, y les inspiraba mayor indulgencia con los vencidos, y más vivo amor a la patria ausente. ¡Fenómeno singular! Traídos a la victoria por O'Donnell, todos se parecían a él; en todos se reflejaba la serenidad majestuosa del héroe triunfante. No se maravilló poco Santiuste cuando vio y supo que ni el más leve atropello habían cometido los soldados vencedores: a moros y judíos trataban con afable generosidad, repartiendo entre ellos el pan que llevaban...
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