Bendición de la tierra - Capítulo 13
Con el invierno vinieron las faenas acostumbradas: el acarreo de la leña, el mirar que estuvieran en buen uso los aperos y los carruajes. Inger dirigía el hogar y cosía, y los niños volvieron a la escuela por una buena temporada. Solían pasear los dos con un par de esquís, mientras estaban en casa: el uno esperaba turno mientras el otro corría, o bien se montaba detrás. Y se contentaban, de modo que no podían imaginarse nada más hermoso: eran inocentes. Pero, allá abajo en la aldea, variaban las circunstancias; veíanse en la escuela muchos esquís; hasta los niños de Amplia Vista los usaban, cada cual su par. Al fin, Isak se creyó obligado a hacer un par para Eleseus, y Sivert se pondría los viejos. Hizo más; compró trajes de invierno y botas irrompibles. Y una vez hubo hecho esto, fue al tendero y le encargó una sortija. —¿Una sortija? –preguntó el hombre. —Sí, un anillo. Me he vuelto tan orgulloso que voy a regalar un anillo a mi mujer. —¿Ha de ser de...
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