Cañas y Barro: 10
none Pág. 10 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez En las acequias inmediatas se deslizaban otros barquitos, invisibles tras los ribazos, y por encima de las malezas avanzaban los bateleros con el tronco inmóvil, corriendo a impulsos de sus puños. De vez en cuando los del correo veían abrirse en los ribazos anchas brechas, por las que se esparcían sin ruido ni movimiento las aguas del canal, durmiendo bajo una capa de verdura viscosa y flotante. Suspendidas de estacas cerraban estas entradas las redes para las anguilas. Al aproximarse la barca, saltaban de las tierras de arroz ratas enormes, desapareciendo en el barro de las acequias. Los que antes se habían enardecido con venatorio entusiasmo ante, los pájaros del lago, sentían renacer su furia viendo las ratas de los canales. ¡Qué buen escopetazo! ¡Magnífica cena para la noche...! La gente de tierra adentro escupía con expresión de asco, entre las risas y protestas de los de la Albufera. ¡Un...
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