Cañas y Barro: 100
none Pág. 100 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Mejor: el tío Toni celebraba que fuese así. Lo importante era haber salido del peligro. Ahora a trabajar, a ser hombre honrado, a ayudar al padre en la tarea de enterrar sus charcas. Cuando éstas se convirtiesen en campos y en el Palmar viesen a los Palomas recoger muchos sacos de arroz, ya encontraría Tonet una compañera. Podría escoger entre todas las muchachas de los pueblos inmediatos. A un rico nadie le contesta negativamente. Y Tonet, animado por las palabras de su padre, entregábase al trabajo con verdadera rabia. La pobre Borda se fatigaba a su lado más aún que yendo con el tío Toni. El Cubano siempre creía que trabajaba poco; era exigente y brutal con la infeliz muchacha; la cargaba como si fuese una bestia, pero comenzaba él por dar ejemplo de fatiga. La pobre Borda, jadeante bajo el peso de las espuertas de tierra y el continuo manejo de la percha, sonreía alegre, y por la noche, cuando...
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