Cañas y Barro: 128
none Pág. 128 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez E inmediatamente el que tenía dicho número lanzaba el nombre que llevaba pensado. «La mata del Siñor..» «La barca podrida...» «El racó de l’Antina.» Así iban sonando los sitios de la caprichosa geografía de la Albufera; lugares bautizados al gusto de los barqueros; títulos muchos de ellos que no podían repetirse sin rubor ante mujeres o que revolvían el estómago al nombrarse en la mesa, a pesar de lo cual sonaban en este acto con solemnidad, sin producir la más ligera sonrisa. El segundo guarda, que tenía una voz de clarín, al oír la designación hecha por los barqueros erguía la cabeza, y con los ojos cerrados y las manos en la verja, decía a todo pulmón, con un grito desgarrador que se extendía en el silencio de la noche: -El tres va a la mata del Siñor.. El quatre va al racó de San Roc.. El cinca la ca... del barber. Duró cerca de una hora la designación de los puestos; y...
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