Cañas y Barro: 14
none Pág. 14 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Enorgullecíase de ser hombre de agua, y muchas veces prefería seguir las revueltas de los canales antes que acortar distancias marchando por los ribazos. No pisaba voluntariamente otra tierra que la de la Dehesa, para disparar unos cuantos escopetazos a los conejos, huyendo a la aproximación de los guardas, y por su gusto hubiese comido y dormido dentro de la barca, que era para él lo que el caparazón de un animal acuático. Los instintos de las primitivas razas lacustres revivían en el viejo. Para ser feliz sólo le faltaba carecer de familia, vivir como un pez del lago o un pájaro de los carrizales, haciendo su nido hoy en una isleta y mañana en un cañar. Pero su padre se había empeñado en casarlo. No quería ver abandonada aquella barraca que era obra suya, y el bohemio de las aguas se vio forzado a vivir en sociedad con sus semejantes, a dormir bajo una techumbre de paja, a pagar su parte-para el...
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