Cañas y Barro: 38
none Pág. 38 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Conservaba en su memoria todas las prendas guardadas en la sacristía, con el número de desgarrones, remiendos y agujeros de polilla; y solicito en todo y deseoso de agradar, no formulaba su amo una orden que no estuviera cumplida al momento. La consideración de que él era el único en el pueblo que no trabajaba percha en mano ni pasaba las noches en medio de la Albufera causábale cierto orgullo, haciendo que mirase con altanería a los demás. Los domingos, al amanecer, él era quien abría la marcha con la cruz en alto al frente del rosario de la Aurora. Hombres, mujeres y niños, en dos largas filas, iban cantando con paso lento por la única calle del pueblo, esparciéndose después por los ribazos y las barracas aisladas, para que la ceremonia fuese de más duración. En la penumbra del amanecer brillaban los canales como láminas de sombrío acero, coloreábanse de rojo las nubecillas por la parte del...
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