Cañas y Barro: 57
none Pág. 57 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Los más viejos del pueblo se agrupaban junto al olivo retorcido y de escasas hojas, único adorno de la plaza. Este árbol raquítico y antiguo, arrancado de las montañas para languidecer en un suelo de barro, era el punto de reunión del pueblo, el sitio donde se desarrollaban todos los actos de su vida civil. Bajo sus ramas se hacían los tratos de la pesca, se cambiaban las barcas y se vendían las anguilas a los revendedores de la ciudad. Cuando alguien encontraba en aguas de la Albufera un mornell abandonado, una percha flotando o cualquier otro útil de pesca, lo dejaba al pie del olivo, y la gente desfilaba ante él, hasta que el dueño lo reconocía por la marca especial que cada pescador ponía a sus útiles. Todos hablaban del próximo sorteo con la emoción temblorosa del que confía su porvenir al azar. Antes de una hora iba a decidirse para cada uno la miseria de un año o la abundancia. En los...
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