Cañas y Barro: 83
none Pág. 83 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Pero al llegar Navidad, con su fiesta del Niño Jesús, el Palmar pareció reanimarse, repeliendo el sopor invernal en que estaba sumido. Había que divertirse, como todos los años, aunque se helase el lago y se anduviera sobre él, como contaban que ocurría en lejanas tierras. Más aún que el deseo de divertirse, les impulsaba el de molestar con su alegría a los rivales, a la gente de tierra firme, aquellos pescadores de Catarroja que se burlaban del Niño del Palmar, despreciando su pequeñez. Estos enemigos sin fe ni conciencia llegaban a decir que los del Palmar sumergían a su divino patrón en las acequias cuando la pesca no era buena. ¡Oh, sacrilegio...! Por eso el Niño Jesús castigaba su lengua pecadora, no permitiendo que gozasen el privilegio de los redolins. Todo el Palmar se preparaba para las fiestas. Las mujeres desafiaban el frío atravesando el lago para ira Valencia a la feria de Navidad....
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