Cañas y Barro: 85
none Pág. 85 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Era cierto que el tío Paloma se bastaba para llevar adelante el negocio: nunca había trabajado con tanto entusiasmo como al verse dueño de la Sequiota; pero ¡qué demonio! el trato era trato, y a Cañamel le parecía que el muchacho le robaba algo viéndolo tan satisfecho de la vida y despegado por completo de su negocio. ¡Qué suerte la de aquel bigardo! El miedo a perder la Sequiota era lo único que contenía al tío Paco. Mientras tanto, Tonet, viviendo en la taberna como si fuese suya, engordaba sumido en aquella felicidad de tener satisfechos todos sus deseos con sólo tender la mano. Se comía lo mejor de la casa, llenaba su vaso en todos los toneles, grandes y pequeños, y alguna vez, con loco y repentino impulso, como para afirmar más su posesión, se permitía la audacia de acariciar a Neleta por debajo del mostrador, en presencia de Cañamel y estando a cuatro pasos los parroquianos, entre los...
Está viendo el 19% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas