De la Divina Providencia - Capítulo VI
«Así y todo – me preguntas - ¿por qué a veces Dios permite que les suceda algo malo a los hombres buenos?» De hecho, no lo permite. En realidad, aparta de ellos males de todas clases: el pecado y el crimen, los malos consejos y las maquinaciones codiciosas, la lujuria ciega y la pasión avara por los bienes de los demás. Al buen hombre lo protege y lo defiende. ¿O acaso alguien pretende que Dios también cuide el equipaje del buen hombre? No; el propio hombre bueno releva a Dios de esta preocupación despreciando las cosas externas. Demócrito, considerando que las riquezas son una carga para la mente virtuosa, renunció a ellas. ¿Por qué, entonces, te maravillas si Dios permite que al hombre bueno le suceda aquello que el propio hombre bueno desea que le suceda? Los hombres buenos pierden a sus hijos; ¿por qué no, si a veces ellos mismos los condenan a muerte? Se los envía al exilio; ¿por qué no, si a veces ellos mismos abandonan el solar nativo para nunca más...
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