De la Vida Feliz - Capítulo XIII
En lo personal, soy de la opinión – y la expreso a pesar de la posible protesta de los miembros de nuestra escuela – que las enseñanzas de Epicuro son venerables y, si se las mira de cerca, austeras. Su famosa doctrina del placer está reducida a proporciones pequeñas y estrechas; y la regla que nosotros, los estoicos, establecemos para la virtud es la misma regla que él establece para el placer: la obediencia a la naturaleza. Pero ¡hace falta tan poco lujo para satisfacer a la naturaleza! ¿Qué es lo que sucede, entonces? Sucede que, quienquiera que aplique el término “felicidad” a la pereza holgazana y se muestre indulgente ante la glotonería y la lujuria, se pondrá a buscar a un buen patrocinador para su ruta malsana. Luego, guiado por una denominación atractiva, hallará la ruta que estamos tratando; pero el placer que persigue no tiene la forma que la doctrina enseña sino la que él trae consigo. Y cuando empieza a creer que sus vicios concuerdan con las...
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