De la Vida Feliz - Capítulo XXIII
Cesa, pues, de prohibirle a los filósofos la posesión de dinero; nadie ha condenado la sabiduría a ser pobre. El filósofo ha de poseer una amplia riqueza; pero no le habrá sido arrebatada a nadie, ni estará manchada con la sangre de otros – la riqueza adquirida sin dañar a ninguna otra persona, sin entrar en negocios turbios, puede ser gastada en la misma forma honorable en que fue adquirida; no hará gemir a nadie más que a los malintencionados. Apila esa riqueza tan alto como quieras; será honorable si, mientras incluye lo que cualquier persona quisiera tener, no incluye nada que cualquier persona no pueda exhibir como propia. El sabio seguramente no rechazará la generosidad de Fortuna, y una herencia honorablemente adquirida no le dará motivos ni para sonrojarse ni para vanagloriar. Sin embargo, hasta para la vanagloria tendrá motivos si, abriendo de par en par las puertas de su mansión y recibiendo a toda la ciudad para que vean sus posesiones, está en condición...
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