Discurso de la quiebra
Cuando estaba en la guerra ignoraba que algún día, doblado ya el cabo de la Buena Esperanza de los años que me hayan de tocar cumplir y padecer y gozar, habría que escribir de la guerra; estas no son tampoco mis primeras palabras sobre el pavor. En el 1969, a los treinta años del ultimo fragor de la contienda, publiqué una novela, Vísperas, festividad y octava de San Camilo del año 1936 en Madrid, cuya dedicatoria decía: “A los mozos de reemplazo del 37, todos perdedores de algo: de la vida, de la libertad, de la ilusión, de la esperanza, de la decencia. Y no a los aventureros foráneos, fascistas y marxistas, que se hartaron de matar españoles como conejos y a quienes nadie había dado vela en nuestro entierro.” Yo fui mozo de reemplazo del 37 y, sin comerlo ni beberlo, conmigo y con mis compañeros de quinta (y también otros mas jóvenes y mas viejos, claro es), tiraron al blanco en el campo abierto y en nombre de unos ideales o de los contrarios; a la mitad de...
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