El conde de Montecristo: 2-04
El conde de MontecristoSegunda parte: Simbad el MarinoCapítulo 4 de Alejandro Dumas Capítulo cuartoDeclaraciones -Ante todo -dijo Caderousse-, debo rogaros, caballero, que me prometáis una cosa. -¿Cuál? -preguntó el abate. -Que si llegáis a hacer use de los detalles que voy a daros, nadie debe saber jamás que los habéis adquirido de mí, porque aquellos de quienes voy a hablaros son ricos y poderosos, y conque me tocaran solamente con la punta de un dedo, me harían pedazos como si fuera de cristal. -Tranquilizaos, amigo mío -dijo el abate- soy sacerdote y las confesiones mueren en mi seno. Acordaos de que no tenemos otro fin más que cumplir dignamente la última voluntad de nuestro amigo. Hablad, pues, sin temor y sin odio; decid la pura verdad. Yo no conozco, y probablemente no conoceré jamás, a las personas de que vais a hablarme; por otra parte, soy italiano, y no francés, pertenezco a Dios, y no a los hombres, y pronto volveré a entrar en mi convento, del que...
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