El doctor Centeno: 46
El doctor Centeno Tomo II de Benito Pérez Galdós Fin : II La satisfacción, la ufanía que llenaban el alma del buen Doctor al salir de la casa no son para interpretadas con palabras. Se asombraba de que un hombre tan atroz, que había tenido la crueldad de dejar sin pan al infeliz Ido, se ablandase hasta el punto de darle a él un auxilio mayor de lo que esperaba. No alcanzando la rudimentaria agudeza de Felipe a penetrar el motivo del brusco enternecimiento del monstruo, forjaba en su mente una pueril explicación del caso. «Es que el señor D. Pedro, decía, tiene dentro una lucecita que se enciende en cuanto le tocan un botón, como el de las campanillas eléctricas que se usan ahora. El que toca el botón y enciende la luz, hace de él lo que quiere. El que no, se amuela». Tan grande éxito le envalentonó, despertando su codicia. Era preciso trabajar más aquel día, para obtener una colecta considerable con que sorprender a Alejandro y alegrar su espíritu. ¿A...
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