El mar de encinas
El mar de encinas de Miguel de Unamuno En este mar de encinas castellano los siglos resbalaron con sosiego lejos de las tormentas de la historia, lejos del sueño que a otras tierras la vida sacudiera; sobre este mar de encinas tiende el cielo su paz engendradora de reposo, su paz sin tedio. Sobre este mar que guarda en sus entrañas de toda tradición el manadero esperan una voz de hondo conjuro largos silencios. Cuando desuella estío la llanura cuando la pela el riguroso invierno, brinda al azul el piélago de encinas su verde viejo. Como los días, van sus recias hojas rodando una tras otra al pudridero, y siempre verde el mar, de lo divino nos es espejo. Su perenne verdura es de la infancia de nuestra tierra, vieja ya, recuerdo, de aquella edad en que esperando al hombre se henchía el seno de regalados frutos. Es su calma manantial de esperanza eterna eterno. Cuando aún no nació el hombre él verdecía mirando al cielo, y le acompaña su verdura grave tal vez hasta...
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