Estado civil - Segunda parte. Capítulo IV
AQUÍ COMIENZA OTRA HISTORIA Hacia los doce años entré en el mundo intermedio de la pubertad. Un período largo, absurdo, inexorable. Antes habían sucedido incidentes extravagantes que surgían, incomprensibles, de la nada. Oprimido por la soledad, el tener camaradas, estar con mis semejantes, reír, hablar a tontas y a locas, era para mí una delicia como no lo era para nadie. Pero no me satisfacía con esas efusiones. Los niños gustan de distinguirse de los demás. Forman grupos tan restringidos como pueden, o bien van de dos en dos. Comparándose con los otros, se dan el premio de señalar que no pueden estar satisfechos con cualquiera, pero que les basta quien les parece el mejor o el más agradable. La relación entre dos egoístas es el régimen más clemente para su pasión. Se encierran en un invernadero caliente donde cada cual cultiva lo que no es del otro y plantean sus diferencias sobre los más extraños matices. Por lo demás, pronto les es necesario salir de ese...
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