Ismael : 35
Ismael : 35 de Eduardo Acevedo Díaz Ese su galán, se llamaba Casimiro Alcoba, y era un zambo de indio morrudo y alegre, color de cacao, ojos pequeños muy brillantes, boca grande con dientes de criatura, ancho de espaldas, y pie tan breve como el de una muchacha impúbera. De un pie semejante, era por donde Sinforosa había comenzado por enamorarse, en cuanto al detalle; pues la primera causal de su pasión, había sido la bravura con que el trompa la librara de la muerte en un entrevero. Casimiro era el único clarín de aquella tropa de centauros. Había servido en un regimiento de milicias con Benavides, entonces cabo, bajo el dominio español; y en aquella época, aún no lejana, había ensayado la trompa con éxito y también revistado en una banda lisa. El instrumento bélico, lisiado o inválido en varias partes del tubo, había sido sustraído de un cuerpo de guardia de San José en...
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