Ismael : 37
Ismael : 37 de Eduardo Acevedo Díaz Dejamos a Ismael y sus compañeros camino de Maldonado, en busca de las milicias sublevadas. En sus largas horas de marcha, Velarde encorvado en su cabalgadura, mantúvose silencioso con la mirada vaga perdida en el verdegay de las cuchillas. Sin dejar de ser brusco, sensual y atrevido, el joven gaucho tenía la imaginación ardiente y la índole un tanto apasionada. No olvidaba los afectos, ni los odios. Todo ello era propio de su raza y de sus hábitos; se lo habían dado el origen y el clima, la vida errante y la soledad triste. Reconcentrado y arisco, tenía muy vivo en la memoria el recuerdo de los sucesos de la estancia de Fuentes. Acordábase de aquellos tiempos de sus amores, cuando cruzaba el campo a media rienda entre los gritos del chajá y los silbidos del ñandú, para sofrenar en la enramada al caer la noche; o cuando contra toda costumbre recorría a pié algún...
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