La de los tristes destinos : 28
La de los tristes destinos Capítulo XXVIII de Benito Pérez Galdós -Hombre, ya... ya recuerdo. ¿Cómo tú aquí? -Se lo contaré... Debo la felicidad de estar a bordo, cerca de Prim y de usted, a los señores Blanco Hermanos, que me han favorecido... Para mí no hay mayor gloria que servir a la Causa... A donde vaya Prim voy yo. Denme ustedes ocasión de hacer algo, por poco que sea, en provecho de esa gran idea... -Bien, hijo, bien. Tú pitarás, tú pitarás. Arrimémonos a la borda, donde estaremos más aislados para charlar un poco. Cuéntame: Clavería me dijo que estuviste preso... -Sí, señor... Pinché a un irlandés renegado que habló mal de los españoles... Fue un pronto que tuve. No pude contenerme. ¡Quince días de aburrimiento, de congoja... y sin saber lo que sería de mí! El trato de la prisión no era malo. Me daban bien de comer, y me permitían escribir a mi mujer y recibir las cartas de ella. -¡Tu mujer! -exclamó Sagasta riendo-. ¿Pero eres tú...
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