La Divina Comedia: El Infierno: Canto XXVII
La Divina Comedia El Infierno: Canto XXVII de Dante Alighieri Erguida y quieta quedó la llama sin decir más nada, y ya de nos se alejaba con anuencia del dulce poeta, cuando ya otra que detrás de ella venía, forzónos a volver la vista a su cresta por un confuso rumor que de allí salía. Como el siciliano buey cuyo primer mugido fue el llanto de aquel, y fue justicia, que lo había trabajado con su lima, mugía con la voz del torturado, tanto que, con todo que de bronce era, parecía de real dolor transido; de igual manera, por no tener salida ni abertura la cima del fuego, en ese lenguaje se convertían las míseras palabras. Mas después de haber logrado el viaje de salir por la punta, dándole aquel jadeo que le había dado la lengua en su pasaje, oímos decir: ¡Oh tú, a quien dirijo la voz y que hablabas recién en lombardo, diciendo: “Ahora vete, más no te exijo”, aunque haya llegado tal vez un poco tardo, que no te abrume quedarte a hablar conmigo: mira...
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