A partir de 1939 Howard Aiken (de la Universidad de Harvard, EE.UU.) trabajó durante cinco años hasta que completó el MARK I, máquina electromecánica controlada externamente mediante una cinta de papel perforada, capaz de trabajar con cifras de hasta 23 dígitos decimales y que realizaba cinco operaciones básicas: suma, resta, multiplicación, división y consulta de tablas, siendo la salida de los resultados por cinta perforada o por máquina de escribir eléctrica. Este precursor de los modernos ordenadores medía más de 15 metros de largo por 2,40 metros de alto.
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