La gañanía : 04
Capítulo IV 04 Pág. 04 de 10 La gañanía Joaquín Dicenta -¿No bajas, Juanillo?... ¡Tu zagal partióse ya con las ovejas! -gritó el rabadán desde la explanada. -¡Allá voy! -respondió Juanillo. Antes de marchar dirigió una última ojeada al casuco del Ronco. En ruinas andaban sus tapias; secas las verduras del huerto, marchito el plantel de las malvarrosas. De los dueños no quedaba ninguno. La hija se fue tras los galanteos de un hombre. El padre huyó perseguido por los civiles. Huyó a los altos de la sierra, donde huyen acosados los lobos, donde no trepan los mastines. En pasto de lobos concluyeron las cabras que antes pacían la meseta. Ruinosos andaban casa y huerto. Algún alud se encargaría de enterrarlos. -¿Te dormiste a la vera del tajo? -preguntó al mozo el rabadán. -Poco me faltó. -Cuida con dormirte ahí. La meseta hace cuesta pa el derrumbaero. Dormío, dormío, se pué llegar al fondo. No tardes en sentarte, que aun están calientes las...
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