La lucha por la vida III: 028
none Pág. 028 de 127 La lucha por la vida III Primera parte Pío Baroja Manuel la miró y sintió una impresión repelente. La Justa había tomado un aspecto de bestialidad repulsiva; su cara se había transformado haciéndose más torpe; el pecho y las caderas estaban abultados; el labio superior lo sombreaba un ligero vello azulado; todo su cuerpo parecía envuelto en grasa, y hasta su antigua expresión de viveza se borraba, como ahogada en aquella gordura fofa. Tenía todas las trazas de una mujerona de burdel que ejerce su oficio con una perfecta inconsciencia. -¿Dónde vives? -la preguntó Manuel. -En la calle de la Reina, en casa de la Andaluza. No es cara la casa. ¿Irás? -No -dijo Manuel secamente, y, volviéndole la espalda, se acercó adonde estaban los suyos. -Muy flamenca, guapetona -dijo el jorobado. Manuel se encogió de hombros con indiferencia. -¿Qué le has dicho? -preguntó Perico-. Se ha quedado paralizada. El organillo no dejaba de tocar un...
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