La madre Naturaleza: 28
none 28 Pág. 28 de 36 La madre Naturaleza Emilia Pardo Bazán Capítulo XXVIII Como saliesen un poco más aprisa de lo justo, abriendo con ímpetu la puerta, estuvieron a punto de aplastar entre hoja y pared la nariz del Gallo, el cual, sin género de duda, atisbaba. Al impensado portazo, lejos de enfadarse, sonrió con dignidad y afabilidad, murmurando no sé qué fórmulas de cortesía: su gran civilización le obligaba a mostrarse atento con las personas que visitaban su domicilio. Pero Gabriel y Perucho cruzaron por delante de él como sombras chinescas, y no le hicieron maldito el caso. Lo cual, unido a otros singulares incidentes, la ira de Gabriel, su afán por encontrar a Perucho, lo extraño de la entrevista, la encerrona, le puso en alarma y despertó su aguda suspicacia labriega. Rascose primero detrás de la oreja, luego al través de las patillas, y estas operaciones le ayudaron eficazmente a deliberar y a dar desde luego no muy lejos del hito. Al...
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