Las vírgenes locas: 2
Las vírgenes locas de Vicente Blasco Ibáñez Capítulo II El segundo día de la movilización, la gente agolpada en las inmediaciones de la estación del Este las vió llegar vestidas de negro, con un traje sobrio y casi monacal, un pequeño sombrero semejante á una gorra, un bolsito de mano y un paquete con lo más indispensable para la vida: dos camisas, dos pares de medias. Las vírgenes locas se iban sin ruido, sin frases heroicas, sin dos líneas en los periódicos. Sus relaciones mundanas las habían aprovechado para conseguir rápidamente sus deseos. Marchaban á Verdún, á la frontera, al lugar del peligro, donde todos esperaban que ocurriese el primer choque. Llevaban una carta para los directores del servicio sanitario. Parecían más altas, más robustas, de paso más firme. Su belleza de parisienses á la moda había desaparecido. Eran mujeres iguales á las que lloraban ó gritaban de entusiasmo al otro lado de la verja; sin colorete, sin artificios, con el pelo...
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