Los Ayacuchos : 30
Los Ayacuchos Capítulo XXX de Benito Pérez Galdós Agotado, con la carta que antecede, el precioso archivo epistolar que a la narración con indudable ventaja sustituía, continúa el relato de los hechos, los cuales rigurosamente se ajustarán a los informes que de palabra y en notas ha transmitido el propio D. Fernando a sus amigos, admiradores y paniaguados. Lo primero que debe decirse, tomando el hilo desde que salieron disparados por el camino real los salteadores y su presa, es que transcurrió más de un cuarto de hora sin que D. Santiago y el Sr. de Calpena se dijeran una palabra. Miraba el uno al campo por el vidrio de la derecha, y el otro por el de la izquierda, viendo cómo se oscurecían los amenos campos al avanzar la noche, y cómo se desleían los risueños colores en las sombras opacas. Ibero exhaló un gran suspiro, como los de D. Quijote cuando encantado le llevaban en el jaulón, y al oírle, arrancose D. Fernando con estas palabras: «Lo primero que has...
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