Los Pazos de Ulloa: 09
- Capítulo IX - 09 Pág. 09 de 30 Los Pazos de Ulloa Emilia Pardo Bazán Como ya dos veces había repicado la campanilla y los criados no llevaban trazas de abrir, las señoritas de la Lage, suponiendo que a horas tan tempranas no vendría nadie de cumplido, bajaron en persona y en grupo a abrir la puerta, sin peinar, con bata y chinelas, hechas unas fachas. Así es que se quedaron voladas al encontrarse con un arrogante mozo, que les decía campechanamente: -¿A que nadie me conoce aquí? Sintieron impulsos de echar a correr; pero la tercera, la menos linda de todas, frisando al parecer en los veinte años, murmuró: -De fijo que es el primo Perucho Moscoso. -¡Bravo! -exclamó don Pedro-. ¡Aquí está la más lista de la familia! Y adelantándose con los brazos abiertos fue para abrazarla; pero ella, hurtando el cuerpo, le tendió una manecita fresca, recién lavada con agua y colonia. En seguida se entró por la casa gritando: -¡Papá!, ¡papá! ¡Está aquí...
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