Niebla 13
NieblaXIII de Miguel de Unamuno Pocos días después de esto entró una mañana Liduvina en el cuarto de Augusto diciéndole que una señorita preguntaba por él. –¿Una señorita? –Sí, ella, la pianista. –¿Eugenia? –Eugenia, sí. Decididamente no es usted el único que se ha vuelto loco. El pobre Augusto empezó a temblar. Y es que se sentía reo. Levantóse, lavóse de prisa, se vistió y fue dispuesto a todo. –Ya sé, señor don Augusto –le dijo solemnemente Eugenia en cuanto le vio–, que ha comprado usted mi deuda a mi acreedor, que está en su poder la hipoteca de mi casa. –No lo niego. –Y ¿con qué derecho hizo eso? –Con el derecho, señorita, que tiene todo ciudadano a comprar lo que bien le parezca y su poseedor quiera venderlo. –No quiero decir eso, sino ¿para qué la ha comprado usted? –Pues porque me dolía verla depender así de un hombre a quien acaso usted sea indiferente y que sospecho no es más que un traficante sin entrañas. –Es...
Está viendo el 9% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas