Niebla 26
NieblaXXVI de Miguel de Unamuno Augusto se dirigió a casa de Eugenia dispuesto a tentar la última experiencia psicológica, la definitiva, aunque temiendo que ella le rechazase. Y encontróse con ella en la escalera, que bajaba para salir cuando él subía para entrar. –¿Usted por aquí, don Augusto? –Sí, yo; mas puesto que tiene usted que salir, lo dejaré para otro día; me vuelvo. –No, está arriba mi tío. –No es con su tío, es con usted, Eugenia, con quien tenía que hablar. Dejémoslo para otro día. –No, no, volvamos. Las cosas en caliente. –Es que si está su tío. –¡Bah!, ¡es anarquista! No le llamaremos. Y obligó a Augusto a que subiese con ella. El pobre hombre, que había ido con aires de experimentador, sentíase ahora rana. Cuando estuvieron solos en la sala, Eugenia, sin quitarse el sombrero, con el traje de calle con que había entrado, le dijo: –Bien, sepamos qué es lo que tenía que decirme. –Pues... pues... –y el pobre Augusto...
Está viendo el 13% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas