Niebla 29
NieblaXXIX de Miguel de Unamuno Todo estaba dispuesto ya para la boda. Augusto la quería recogida y modesta, pero ella, su mujer futura, parecía preferir que se le diese más boato y resonancia. A medida que se acercaba aquel plazo, el novio ardía por tomarse ciertas pequeñas libertades y confianzas, y ella, Eugenia, se mantenía más en reserva. –Pero ¡si dentro de unos días vamos a ser el uno del otro, Eugenia! –Pues por lo mismo. Es menester que empecemos ya a respetarnos. –Respeto... Respeto... El respeto excluye el cariño. –Eso creerás tú... ¡Hombre al fin! Y Augusto notaba en ella algo extraño, algo forzado. Alguna vez parecióle que trataba de esquivar sus miradas. Y se acordó de su madre, de su pobre madre, y del anhelo que sintió siempre porque su hijo se casara bien. Y ahora, próximo a casarse con Eugenia, le atormentaba más lo que Mauricio le dijera de llevarse a Rosario. Sentía celos, unos celos furiosos, y rabia por haber dejado pasar una...
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