O'Donnell : 27
O'Donnell Capítulo XXVII de Benito Pérez Galdós «Bueno -dijo Tuste, guiándola hacia Gilimón-. Al llamarte de tú, me entra en el alma una frescura deliciosa... que... No sé cómo expresarlo... Tratándote de tú, soy otro, crezco, me agiganto... Me siento capaz de las acciones más hermosas, y hasta me parece que mi inteligencia levanta el vuelo... Teresa, ¿qué ideal sublime se encarna en ti? -Tuste, dime, dime esas cosas, aunque sean mentira, y bien sé que lo son... Antes me daba de cara la poesía, y ahora no. -Pues déjame que te cuente cómo me metí en este aprendizaje sin consultar contigo. Pasados dos o tres días desde la última vez que te vi, me encontré a Leoncio, que es amigo mío: le conocí cuando Jerónima tenía la casa en Mesón de Paredes... Me dijo: 'Si quieres aprender el oficio de armero, yo te enseñaré'. Le respondí que lo pensaría... Pues aquella noche soñé contigo, Teresa, como todas las noches... Te me apareciste coronada de rosas,...
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