O'Donnell : 32
O'Donnell Capítulo XXXII de Benito Pérez Galdós Se sentaron en un rústico banco, próximo al jardín de la Veterinaria. Habló Teresa la primera: «No tengo ya esa ambición, Manolo. Me la quitó el amor. Por primera vez en mi vida puedo decir que quiero a un hombre. Dispénseme si le lastimo: ese hombre que yo quiero no es usted. -Ya sé... -murmuró Tarfe sombrío, quejumbroso...-. Es el aprendiz de armero. Le conozco... Sigue, Teresa. -¿Qué más quiere usted que le diga? Que a los pocos días de tratar a Juan sentí por él una piedad y un respeto, que pronto, sin pensarlo, se me convirtieron en cariño. Vi en él la conformidad con la desgracia, cosa nueva para mí; pude ver y conocer que el pobrecito tenía por mí un amor muy grande, sin cuidado de la opinión, y que con su pensamiento me limpiaba, y borraba todas mis faltas para volverme pura y poder adorarme a su gusto. ¿Comprende usted lo que esto vale, Manolo? Por el hombre que así me quiere, por el que en...
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