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Prim Capítulo XX de Benito Pérez Galdós Acudieron a la nefanda trapatiesta los Bellidos, marido y mujer, que así se llamaban los primos de Manolita, y con tirones vigorosos separaron a la hija y a la madre, manifestando que en su casa no toleraban tales escándalos. Teresa, recobrada de improviso la razón, libre del bestial coraje que la transfiguró eclipsando su ser pacífico, se deshizo en llanto y dijo que su madre tenía la culpa, por haberla enloquecido y precipitado con los horrores que le propuso... Desde aquel lance quedaron una y otra confinadas en sus aposentos. Pasó Teresa una noche de perros, afligida por el recuerdo de su acción odiosa, y diciéndose que daría parte de su existencia por no haber hecho lo que hizo, o porque resultase un caso de pesadilla... Y en verdad que fue horrendo delito y que no podía justificarse alegando que medió trastorno, de donde vino el impulso inconsciente y mecánico. No había disculpa para una hija, ni aun suponiendo en la...
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