Rojo y negro: Capítulo III
Rojo y negro de Stendhal El Caudal del Pobre Un cura virtuoso y no intrigante es la providencia del pueblo. FLEURY. Conviene saber que el párroco de Verrières, anciano de ochenta años, pero que era deudor al puro ambiente de las montañas de una salud y un carácter de hierro, tenía derecho de visitar, cuantas veces lo tuviera a bien, la cárcel, el hospital y el Asilo de Mendicidad. Y hecha esta observación, diré que el señor Appert, que traía de París eficaces recomendaciones para el buen cura, tuvo el feliz pensamiento de presentarse a las seis en punto de la mañana en nuestra poética ciudad que, como todas las pequeñas, pecaba de curiosa. Apenas llegado, se personó en la morada del párroco. La lectura de la carta firmada por el señor marqués de La Mole, par de Francia, y el propietario más rico de la provincia, dejó pensativo al cura Chélan. -¡No se atreverán!- murmuró a media voz- Soy viejo y me quieren... Volviéndose a continuación hacia el...
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