Rojo y negro: Capítulo LII
Rojo y negro de Stendhal La discusión ¡La república! Hoy, para uno que esté dispuesto a sacrificarlo todo en aras del bien público, hay millares y millones de personas que no piensan más que en sus placeres y en su vanidad. En París se concede consideración a los coches, no a la virtud. NAPOLEÓN, Memorial Entró precipitadamente un lacayo diciendo: -El señor duque de… -¡Calla! ¡Eres un majadero!- exclamó el duque al entrar. Con tanta energía y tanta autoridad habló el duque que Julián, a su pesar, opinó que toda la ciencia del imponente personaje se reducía a saber regañar a los lacayos. Nuestro héroe que había levantado los ojos, los bajó inmediatamente, temiendo que su mirada fuese considerada como imperdonable indiscreción. Era el duque un hombre que frisaría en los cincuenta años, pero afectaba modales y movimientos de dandy. Su frente era estrecha y deprimida, extraordinariamente grande su nariz, su rostro estirado y solemne; difícilmente se...
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