Rojo y negro: Capítulo LXVIII
Rojo y negro de Stendhal Un hombre poderoso ¡Hay en sus actos tanto misterio, y tanta elegancia en sus modales! ¿Quién será ella? SCHILLER Al día siguiente, abrieron muy temprano las puertas de la prisión de Julián. -¡Dios mío!- pensó éste, despertando sobresaltado-. ¡Mi padre! ¡Hoy inauguramos el día con una escena desagradable! Una mujer, vestida de campesina, se precipitó en sus brazos. No la reconoció en el primer momento: era Matilde. ¡Cruel!- exclamó-. ¡Hasta que recibí tu carta no supe dónde estabas! En Verrières me han dado detalles de lo que tú llamas tu crimen, y que para mí es una venganza noble, que hace resaltar la gallardía del corazón que late en tu pecho. A pesar de sus prevenciones contra la señorita de la Mole, que Julián no se confesaba con claridad, la encontró el prisionero muy bonita. ¿Cómo no ver en su manera de obrar y de hablar un sentimiento noble, desinteresado, superior a cuanto puede hacer un alma pequeña y vulgar?...
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