Rojo y negro: Capítulo XIV
Rojo y negro de Stendhal La tijera inglesa Una niña de dieciséis años estropeaba con colorete su soberbio cutis amasado con rosa y leche. POLIDORI El ofrecimiento de Fouqué robó a Julián toda su calma, toda su tranquilidad. No sabía a qué carta quedarse, como suele decirse. -Con sentimiento veo que no tengo carácter- se decía el mancebo-. ¡Sería yo un soldado deplorable de Napoleón!... Menos mal que mi intriguita con la señora de la casa me distraerá durante algún tiempo. El día que siguió a los sucesos que narrados quedan en el capítulo anterior, la señora de Rênal estuvo momentos a solas con Julián en el salón. Medió entre nuestros dos héroes una conferencia breve, en el curso de la cual se mostró la primera tierna y cariñosa, y el segundo torpe y cohibido. Verdad es que la señora de Rênal perdonó a su preceptor todas sus torpezas, que atribuyó a su candor... ¡Pobre extraviada! ¡Precisamente jamás conoció el candor aquel hombre que, a...
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