Rojo y negro: Capítulo XLIII
Rojo y negro de Stendhal Un complot Palabras dichas sin intención, encuentros que son obra de la casualidad, los transforma en pruebas evidentes el hombre de imaginación, si brilla una chispa de fuego en su corazón. SCHILLER Al día siguiente volvió Julián a sorprender a Norberto y a su hermana hablando de él. Verle y enmudecer los dos, fue obra de un momento, exactamente lo mismo que la víspera. Sus sospechas volaron sin límites. -¿Se habrán propuesto burlarse de mí esas simpáticas personitas?- pensó nuestro héroe-. Preciso es confesar, aunque grite mi amor propio, que más probable y natural es eso que la existencia de la pretendida pasión de la señorita de la Mole por un pobre diablo como yo. Ante todo, ¿pueden tener pasiones esas gentes? Su fuerte es el engaño y la malicia. Les da envidia mi pequeña superioridad de palabras... También es la envidia otra de sus debilidades... Han recurrido a un sistema que ahora diviso con claridad perfecta: la señorita...
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